PESTE NEGRA: MASCARILLAS DE CUERVO PARA PROTECCION DE LOS MÉDICOS
La terrible enfermedad mortal conocida como la Peste Negra se propagó por Europa entre los años 1346 y 1353. El nombre escalofriante, sin embargo, sólo empezó a usarse varias centurias después, probablemente a raíz de una traducción equívoca de la palabra atra, que en latín significa tanto “terrible” como “negro”. Crónicas y cartas de la época describen el terror provocado por la enfermedad. En Florencia, el gran poeta renacentista Petrarca, estaba seguro de que no le creerían: “Oh feliz posteridad, que no experimentará tal abismal tristeza y verá nuestro testimonio como una fábula.”
Otro cronista florentino cuenta que:
“Todos los ciudadanos hacían poco más que cargar cadáveres para que fueran enterrados (…) En cada iglesia cavaban profundas fosas hasta la napa de agua; y así, aquellos que eran pobres y morían durante la noche, eran recogidos rápidamente y arrojados a la fosa. Por la mañana, cuando un gran número de cuerpos se hallaba en la fosa, tomaban un poco de tierra y la echaban con palas sobre ellos; más tarde otros cadáveres eran depositados sobre ellos y entonces ponían otra capa de tierra, tal como uno hace lasaña con capas de pasta y queso.”.
La Peste Negra fue una epidemia de peste bubónica, una enfermedad causada por la bacteria Yersinia pestis, que circula entre roedores salvajes en sitios donde viven en gran número y densidad. Esas áreas se llaman “focos de peste” o “reservas de peste”. Cuando los roedores que viven en hábitats humanos, normalmente ratas negras, se infectan, la trasmiten. Las ratas negras, también llamadas ratas domésticas o ratas de barco, gustan de vivir cerca de las personas, característica que las hace peligrosas (en contraste con las ratas marrones o grises que prefieren mantenerse a distancia alojadas en desagües, establos y silos). Normalmente, la peste tarda entre diez y catorce días en matar a la mayoría de los roedores de una colonia contaminada, dificultando a las numerosas pulgas hacinadas en los restantes animales ya moribundos encontrar nuevos huéspedes. Tras unos tres días de ayuno, las pulgas hambrientas se dirigen a las personas. Desde el lugar de la mordedura, las bacterias se trasladan hacia un nódulo linfático (ganglio) que, consecuentemente se hincha formando un bubón (forúnculo) doloroso, frecuentemente estos bubones son visibles en las ingles, muslos, axilas y cuello. El período de incubación en humanos es de tres a cinco días antes de que acusen los primeros síntomas y otros tres a cinco antes de que la víctima muera, lo cual sucede en el 80 por ciento de los casos. Por lo tanto, desde la introducción de la peste entre las ratas que viven en una comunidad humana, pasan unos veintitrés días antes de que muera la primera persona.
Es común que la palabra «peste» se utilice como sinónimo de «muerte negra», aun cuando aquella deriva del latín «pestis», es decir, «enfermedad» o «epidemia», y no del agente patógeno. En ese entonces, antes de que se descubriera la teoría microbiana con la que se conocería cómo las enfermedades se propagan, se creía que la peste negra se esparcía por medio del aire, que podía generar desequilibrio en los humores (o fluidos corporales) de una persona. Se buscaron culpables, en ese caso, jamás fueron hallados.
MASCARILLAS PICUDAS
Cuando esta época es representada en series de televisión, películas, e incluso en libros educativos, es común ver que los médicos que atendían esta enfermedad llevaban un atuendo de apariencia siniestra: se tapaban de pies a cabeza, y llevaban una máscara que asimilaba el pico de un cuervo. ¿Por qué usaban estas máscaras picudas?
National Geographic, reporta que el motivo de la existencia de estas máscaras picudas para la peste era una idea falsa sobre la mismísima naturaleza de esta enfermedad peligrosa.
Para protegerse, los galenos usaban este peculiar atuendo, un abrigo cubierto de cera aromática, la camisa metida en el pantalón, unos guantes de cuero de cabra, anteojos y una máscara con una nariz de quince centímetros en forma de pico de ave, en donde en la punta de la máscara se ponían hierbas y otros componentes para perfumar el aire que se respiraba.
Se creía que los perfumes dulces y punzantes podían fumigar las zonas afectadas por la peste negra y proteger al portador de la máscara. Esta mezcla que era puesta en la punta del pico se denominaba triaca, una confección farmacéutica de más de 55 hierbas y otros componentes como carne de víbora en polvo, canela, mirra y miel.
Este uniforme se le suele atribuir a Charles de Lorme, un médico que atendía a muchos miembros de la realeza europea durante el siglo XVII, entre ellos el rey Luis XIII de Francia y Gaston d’Orléans, de la familia Médici. De Lorme creía que la forma picuda de la máscara daría al aire el tiempo suficiente para impregnarse de las hierbas protectoras antes de que la peste negra llegara a las fosas nasales y a los pulmones de los médicos.
La causante de la peste es la Yersinia pestis, una bacteria transmisible de animales a humanos a través de las mordeduras de pulga, el contacto con fluidos o tejidos contaminados y la inhalación de gotitas infecciosas procedentes de la tos o estornudos de personas con esta enfermedad.
Si bien los médicos de la peste eran reconocidos a simple vista por su vestimenta, cuyo aspecto sigue siendo recordado en la actualidad en la cultura popular, sus disfraces no proporcionaron ninguna protección real contra la enfermedad
La peste negra o muerte negra se refiere a la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Eurasia en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353. Es difícil conocer el número de fallecidos, pero modelos contemporáneos los calculan entre 75 a 200 millones, equivalente al 30-60% de la población de Europa, siendo un tercio una estimación muy optimista.
De acuerdo con el conocimiento actual, la pandemia irrumpió en primer lugar en Asia, para después llegar a Europa a través de las rutas comerciales. Introducida por marinos, la epidemia dio comienzo en Mesina. Mientras que algunas áreas quedaron despobladas, otras estuvieron libres de la enfermedad o solo fueron ligeramente afectadas. En Florencia, solamente un quinto de sus pobladores sobrevivió. En el territorio actual de Alemania, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida a causa de la peste negra. Hamburgo, Colonia y Bremen fueron las ciudades en donde una mayor proporción de la población murió. En cambio, el número de muertes en el este de Alemania fue mucho menor.
La peste negra fue una de las epidemias más devastadoras de la historia de la humanidad. Mató a decenas de millones de personas, aproximadamente entre el 30 y el 50 por ciento de la población europea en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353.
Las únicas regiones que se sabe con certeza que pudieron evitar la virulenta plaga fueron Islandia y Finlandia, en virtud de su reducida población y lo exiguo de sus contactos con el exterior. No parece probable que otras áreas de Europa hayan sido tan afortunadas
Fuente: ESTUDIOS HISTORICOS.ORG, WIKIPEDIA, DIARIO EL UNIVERSO, REDACCION DE RADIO FULL SPORTS